Hemos creado los dioses a nuestra imagen y semejanza
y más poderosos, para que nos protejan con sus actos de soberbia
Tuve un sueño.
Inmersa en el sueño me sabía soñando, contemplaba una pesadilla en la que estaba involucrada. Observaba las labores de Sísifo; noté que era ciego y estaba frío. Sopesaba la roca con parsimonia, la empujaba, ascendían la montaña.
En la cima solo estaba su mirada impasible, mientras la enorme piedra enloquecía hacia el abismo.
Incesante panorama, engranaje perfecto, el castigo supremo.
Mi pensamiento, sin pronunciar, me presionaba:
“Ahora que anda ciego voy a ponerle la zancadilla a Sísifo”
Pero en realidad no estaba irritada con el. Me sentía invadida por el tedio, hastiada.
Abandoné aquel lugar y atravesé un laberinto de sueños abarrotado por las palabra no nombradas:
El desajuste de las limitaciones de la carne nos aboca a la libertad ?
De como transformar lo que ya es...
Luchar por la felicidad viene siendo una extravagancia
Demasiada AGUA transita humedecida en lágrimas y evaporada en suspiros...
A la salida de aquel dédalo de voces mudas tomé un tren que solo hacía una parada. En la estación había un cartel con letras gigantescas que no podía leer, me aparte varios metros, rezaba así:
La gravedad de las densas ilusiones...
Voy a volverme silenciosa frente al espejo terrible
luminosamente líquida y leve,
quieta, para rastrear el temblor que constante me conmueve
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