La muerte jugando al ajedrez
Albert Målare,
Mural, Iglesia de Täby
Diócesis de Estocolmo.
EL SÉPTIMO SELLO (1957)
dirección
INGMAR BERGMAN
El día y la noche no pueden convivir.
Nuestros muertos viven en los dulces ríos de la tierra,
regresan con el paso silencioso de la primavera
y su espíritu perdura en el viento que riza la superficie del lago.
Gran Jefe Seattle, de la tribu Dewamish
Estamos ocultando la muerte. Ya que no podemos escapar de ella, la desfiguramos, la disimulamos. Y al profanarla nos envilecemos. Es preciso aprender a morir, recuperar la fortaleza y la integridad. La serena cordura es necesaria, la propia lucidez transformada en amparo.
Sin embargo, la luz nos ciega y con una extraordinaria facilidad perdemos la compostura. Pasmados de miedo construimos obstinadamente El Absurdo. Así, nuestra existencia desvirtuada, despilfarrada.
La Humanidad de la Vida debe prevalecer, es el Feliz Deber que nos ocupa en esta palpitante morada. La muerte, parte inherente de lo humano, es un fin honorable. Dejemos discurrir a la muerte con todo su esplendor.
Así, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos y hermanos
y criados,
dio el alma a quien se la dio
(el cual la dio en el cielo
en su gloria)
que aunque la vida perdió
dejonos harto consuelo
su memoria.
Jorge Manrique
Coplas por la muerte de su padre
| | Hoy todo se sabe, hay mucha información, pero es preciso discernir. Ir pertrechados con eso que llaman razonamiento crítico. Se trata de abrir los ojos, mirar, observar, prestar atención. |
En estos días que nos ha tocado vivir, vagamos por un jardín perverso, donde brotan descomedidas las flores inicuas, transgénicas especies que se multiplican desordenadamente, florecientes negocios abonados con usura y miseria.
Un colosal ejemplar es el comercio de la muerte:
suplicio y gravamen que ingerimos de un solo trago;
cóctel de amargura, ignorancia, prevención e hipocresía.
Ocultamos la muerte y de ese modo, sembramos la avidez en los fúnebres traficantes, mercaderes voraces al acecho y en un bucle de consumo y disparate sepultamos el miedo, la vergüenza y lo que se ponga por delante.
Para ilustrar el asunto no hay nada como el powerpoint. Una buena presentación bien resumidita, fácil de entender, con animaciones, musiquita. Al principio, me pareció un inconveniente que estuviera en inglés, ya que el objetivo de bajarlo al blog era compartirlo sin barreras, pero después de pasarla un par de veces me di cuenta de que era francamente asequible. El aporte de la animación, en este caso, resulta apropiadamente resolutivo.
Y por último, les dejo con unas memorias infantiles de las que he extraído un poema. Pertenecen a otro tiempo y otras maneras de hacer. No digo que fueran las mejores, ni mucho menos, pero puedo afirmar que recuerdo la muerte de mis mayores como algo natural; quizás un acontecimiento singular, que no dejaba de ser recordado en el devenir de las estaciones de nuestra vida familiar. Se hablaba con tranquilidad, no exenta de emoción, de los vivos y de los muertos: De estos últimos, conocí muchas historias que se hilvanaban al hilo de mi curiosa y detenida mirada, en los espléndidos álbumes fotográficos familiares, donde comprendí, como iba sucediéndose y sucediéndose aquella armonía del principio y del fin.
celebración del día de los muertos en Guatemala
La Partida del Abuelo
Recuerdo la primera muerte que entró en mi vida
Estaba acostado, con los ojos cerrados
silencioso y tranquilo
Di las buenas noches al abuelo besando su mejilla
Placido sueño que devino en ausencia
La abuela anduvo desmadejada y extraña
arrastrando un rostro de lágrimas
La rutina de la casa se desvaneció para siempre
Mi pequeño mundo se pobló de sonidos ausentes de luz
Voces apagadas, palabras desconocidas, enigmáticas
Luto, de tañido sordo y cerrado
Duelo: duelo, duelo, duelo
canto de sosiego
y una Pena que se antojaba latosa
Todo acompañado con mucho sentimiento
Por un corto espacio de tiempo se inventó un inusual escenario
Se acallaron los habituales ruidos, se impuso el susurro y el silencio
Se rezaron más rosarios con los mayores cubiertos de negro
Entre tanto, el jardín del abuelo reposaba dulcemente
Suaves y aromáticas se deleitaban las rosas,
cautivando a los espléndidos frutales de la huerta
El ritmo alegre de palmeras y pitas jaleaba la brisa crepuscular
Alcancé su asombrosa sombra deambulando dichosa
Soñé con el cielo, pero era un secreto
El inexplicable firmamento se exhibía en su recreo
Un baile de mascaras. Juntos danzando, vivos y muertos.
KovadOnga2010