DÉDALO OFUSCADO
(Indagar a perpetuidad)
Arquitecto de abstrusos laberintos
Dédalo incesante, desolado
Enmarañado tras falsas puertas
aferradas a muros abisales, atroces
Alojado en la exasperante búsqueda
devorado por los ciegos corredores
Laberinto minoico de muerte y vida
De libertad y de condena
Acaso Dédalo desaprueba el desafío?
Un vociferante minotauro sacude su ser profundo
Minotauro,
percibes el Horror, la parálisis
Acechas ocioso en la encrucijada
abatido, suplicante
Devana el ovillo Ariadna
sus pies esbozan el circulo encendido
Mecen, embellecen el sonido esclarecido
y el eco la nombra y la proyecta
Y Dédalo impaciente, ofuscado
Dédalo cautivo, cautivado
por el poder de las cosas ausentes
KovadOnga2010
¡Escancia vino, pulsa el laud y que sus notas me evoquen las de la brisa que pasa rauda como nosotros. Omar Khayyam
LEYENDA DE AMOR
Nosotros y el viento
hermanos menores de la brisa
Nosotros el agua
lágrimas de lluvia
El mar, la mar de todos
que sacude con olas amantes
el espíritu cíclico que nos convoca y alienta
Consumados ríos del ahora ineludible
los que fulminan toda carne doliente y detenida
Somos de agua y viento, pasajeros
Y de la luz sonora, que cotidiana construye la vida
Sonora, sonora como la brisa
como la risa de tu sonrisa
Inquietante el dibujo del laberinto, en cuanto a las hachas de doble filo, llamadas también marrazos, ahí va esto:
ResponderEliminarEl marrazo
El marrazo tiene el filo doble, a diestro y siniestro endosa
impiedad y venganza, que en forma de herida
o cabeza decapitada va resolviendo la historia
a punta de batalla, sin ningún miramiento.
El marrazo se pringa de sangre,
no se oxida el acero y tampoco pierde el filo.
Y después de una guerra y después de un combate
el marrazo continua funcionando con eficacia.
Hay, sin embargo, velos de seda difíciles de cortar
que el marrazo jamás podrá, con la fuerza de su golpe,
detener su destello ni rasgar su color.
pues la fuerza no detiene el alado vuelo de un deseo
resplandeciente como la seda bajo la luz solar
y el arma debe ceder a la finura del sueño.
Salud
Francesc Cornadó